La salud visual es un pilar fundamental en el crecimiento y desarrollo de los niños. El 80% de la información que el niño recibe es a través de sus ojos. Cualquier anomalía que no es detectada a tiempo, puede comprometer su progreso, su aprendizaje, su calidad de vida y relación con sus pares.
En algunas ocasiones, he escuchado:
“Para que llevar a mi hij@ al oftalmólogo, si ve bien”.
La verdad es que no sabemos si ese niño está viendo bien o mal, ya que, sin un examen previo, no tenemos ningún parámetro para comparar de forma objetiva si la salud ocular de ese niño está dentro de rangos normales.
El ver bien, no siempre significa que ambos ojos estén recibiendo la misma información por igual, y muchas veces no nos damos cuenta de ello, ya que siempre estamos usando los dos ojos para mirar.
Es importante entender que el desarrollo visual es un proceso de maduración altamente complejo. El ojo tiene cambios estructurales que ocurren desde el nacimiento y se van estableciendo con la mayoría de edad.
En los primeros meses de vida, tanto el sistema visual como el sistema nervioso central, son inmaduros. A medida que los niños crecen, las conexiones neuronales se van desarrollando y se logra una gran plasticidad cerebral y visual que, en teoría, culmina a los 8 años de edad.
En los primeros meses de vida, tanto el sistema visual como el sistema nervioso central, son inmaduros. A medida que los niños crecen, las conexiones neuronales se van desarrollando y se logra una gran plasticidad cerebral y visual que, en teoría, culmina a los 8 años de edad.
Se recomienda que el primer control oftalmológico sea en los primeros años de vida ya que se pueden detectar malformaciones congénitas que amenacen su desarrollo visual, y que con algún tratamiento oportuno se pueda asegurar un mejor pronóstico visual.
Luego continúan los controles oftalmológicos periódicos. A partir de los 3 a 4 años de edad se pueden diagnosticar vicios de refracción que pueden disminuir su agudeza visual como hipermetropía, miopía o astigmatismo, que impactaran de forma directamente en el rendimiento escolar y su educación.
Se recomienda un chequeo oftalmológico completo que incluya:
Toma de agudeza visual, movimientos oculares, test de colores, examen refractivo previa dilatación ocular y un fondo de ojo.
Entre las alteraciones que pueden ser diagnosticadas se encuentran:
- El ojo vago: disminución de la agudeza visual sin causa orgánica.
- Desviaciones oculares: que es la pérdida del paralelismo ocular
- Alteraciones refractivas como miopía, hipermetropía y astigmatismo
- Malformaciones oculares
Es importante estar atentos a algunos síntomas visuales como el parpadeo frecuente, ojo rojo, acercarse mucho a las cosas, dolores de cabeza, posturas anormales de la cabeza, guiñar un ojo o desviarlo.
Durante esta época de pandemia, la gran mayoría de niños han estado expuestos a distintos dispositivos electrónicos, lo que ha hecho que se oculten algunos síntomas visuales, o en su defecto, los padres han notado algunos signos que les ha llamado la atención, lo que ameritaría un control visual completo.
Divulgar el control oftalmológico en edades tempranas nos ayuda a diagnosticar la normalidad o anormalidades, además de evaluar la posibilidad de que mejore con algún tratamiento, que realizado a tiempo puede eliminarse o superarse poco a poco.