Influenza: mitos y verdades

Influenza: mitos y verdades

La llegada del invierno generalmente se convierte en una preocupación para los padres, tanto de niños en etapa escolar como en los de los más pequeños.

El temor básicamente se genera porque según los expertos el período de mayor actividad del virus de la influenza transcurre entre los meses de Octubre a Febrero, aunque la alta incidencia del virus puede muchas veces durar hasta el mes de mayo.

Eso no quiere decir que el resto del año estaremos libres de influenza, pues la enfermedad está circulando durante los 12 meses pero en niveles regulares, es decir que las estadísticas que maneja la atención hospitalaria no registran casos de mayor gravedad.

Como padres debemos tomar en cuenta que el virus de la influenza es potencialmente mortal ya que con la llegada del COVID19, otro virus latente en nuestra realidad, a veces se podría perder la atención al cuidado y prevención de la influenza, lo cual ha cobrado la vida de decenas de miles de personas año tras año, por ello la importancia de la prevención y más aún con nuestros hijos, quienes están más expuestos al contagio.

Para empezar una de las cosas que tienes que saber, es que la influenza es una enfermedad prevenible por vacunación y por ello tendrás que romper algunos mitos para que puedas sobrellevar este tema de la mejor manera posible.

1.- La influenza es un resfriado

La influenza no es un resfriado, las infecciones por este virus son mucho más severas y comienzan de forma repentina.

Producen síntomas como fiebre, dolores musculares y articulares, escalofríos, dolor de cabeza, tos y dolor de garganta. La intensidad de los síntomas obliga a permanecer en cama varios días y pueden causar neumonía o bronquitis, lo que comúnmente lleva a la hospitalización.

Mientras que los resfriados son causados por otros virus y suelen presentarse como secreción nasal, irritación en la garganta y quizá un poco de fiebre.

2.- La vacuna causa el virus de la influenza

Las vacunas contra la influenza que se han usado desde hace décadas, son seguras y no provocan la enfermedad, es más, ninguna de los dos tipos de vacunas existentes, la que se administra con un pinchazo, o la que se aplica por espray nasal, pueden producir la enfermedad.

Lo que hacen las vacunas es ayudar a que el organismo desarrolle inmunidad, por lo que ninguna vacuna existente puede producir la enfermedad.

Hay que tomar en cuenta que luego de vacunarse, el cuerpo necesita alrededor de dos semanas para estar protegido, tiempo durante el cual la persona puede contraer la influenza u otros virus respiratorios con síntomas parecidos y suponer de forma equivocada que contrajo la enfermedad.

Debemos saber que al vacunarse contra la influenza, algunas personas pueden presentar reacciones leves tales como fiebre baja, dolores en el cuerpo y enrojecimiento o dolor en el lugar de la inyección. Pero esos efectos secundarios típicamente solo duran menos de un día.

3.- La efectividad de la vacuna es cuestionada

La protección que brinda la vacuna suele ser moderada (del 40 al 60%) y varía cada año.

La efectividad de la vacuna también varía según la edad de la persona que recibe la misma, al igual que su estado de salud y si los virus que circulan son similares a aquellos para los que protege la vacuna.

Se recomienda colocar la vacuna contra la influenza a todas las personas en general, pero especialmente a niños mayores de 6 meses, a mujeres embarazadas (la vacunación es clave para proteger al bebé, dado que la vacuna no se recomienda en niños menores de seis meses), a los adultos mayores y a quienes padecen de enfermedades crónicas como asma, Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica (EPOC), cardiopatías, hipertensión pulmonar y obesidad.

Según los expertos existen algunas excepciones muy específicas de personas que no deberían recibir la vacuna, siempre y cuando:

  • Eres severamente alérgico a los huevos o a la gelatina.
  • Has sufrido del síndrome Guillain-Barré (GBS)
  • Tienes fiebre alta. (Te podrás colocar la vacuna cuando termine la fiebre.)

4.- La influenza no es grave, soy saludable y no es necesario vacunarme

La influenza no se puede tomar a la ligera, según las estadísticas a nivel mundial la influenza puede cobrar la vida de hasta 650,000 personas al año. Aunque cualquier persona sana puede contraerla, el riesgo de complicaciones, como la neumonía, es mayor para aquellas personas que tienen un sistema inmunológico más vulnerable, por ejemplo:

  • Mujeres embarazadas
  • Niños menores de 5 años
  • Adultos mayores de 60 años
  • Personas con enfermedades crónicas como diabetes, enfermedades pulmonares y cardíacas
  • Profesionales de la salud.

Estudios muestran que pacientes hospitalizados con influenza que no han sido vacunados, tienen entre 2 y 5 veces más riesgo de morir que aquellos que han sido previamente vacunados.

4.- No me vacuno porque estoy embarazada o en proceso de lactancia

Ni el embarazo ni la lactancia son contraindicaciones para recibir la vacuna contra la influenza.

La vacunación de la mujer embarazada, como lo mencionamos anteriormente, en cualquier semana de la gestación, es muy importante para protegerla a ella misma y al bebé durante los primeros meses de vida.

Recuerda que la vacuna contra la influenza es muy importante como prevención para la enfermedad y así mismo, para evitar mayores riesgos una vez contraído el virus.

Si tienes niños consulta con tu pediatra para que te asesore sobre el mejor momento para colocarles la vacuna, toma en cuenta que ellos están más expuestos sobre todo los pequeños en etapa escolar, o niños mayores a 6 meses que asisten a una guardería.

Hay que considerar que los contagios de este y otro virus son una cadena, al estar en contacto con más niños hay un mayor riesgo de adquirir el virus y que a su vez, ellos lo lleven a casa.

Recomendamos la vacuna anual contra la influenza a todas las familias y todos sus miembros, desde los más pequeños hasta los abuelitos. La inmunidad impartida por la vacuna disminuye con el tiempo y se necesita renovar su protección, más aún en estos periodos.

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