El lagrimeo constante en un recién nacido es algo que vemos frecuentemente en la consulta de Oftalmología Pediátrica, sabemos que trae dudas, preocupación y, muchas veces, confusión. ¿Es normal? ¿Está llorando en silencio? ¿Tiene una infección? Una de las causas más comunes de este síntoma en los primeros meses de vida es la lagrimeo constante y la secreción ocular, cuadro frecuente y generalmente benigno, pero que requiere seguimiento de un Oftalmólogo Pediatra para evitar complicaciones.
Hoy les queremos contar un poco más, para de esta manera poder resolver algunas de sus preguntas.
¿Qué es la vía lagrimal y cómo funciona?
La vía lagrimal es el sistema que permite drenar las lágrimas desde el ojo hacia la nariz. Está compuesta por pequeñas estructuras que comienzan en el ángulo interno del ojo y desembocan en la nariz a través del conducto nasolagrimal. Gracias a este sistema, las lágrimas no se desbordan, a menos que estemos llorando o exista alguna obstrucción.
En muchos recién nacidos, este conducto no está completamente abierto al nacer, lo que produce una acumulación de lágrimas y, en algunos casos, secreción que lleva a una obstrucción de la vía lagrimal.

¿Por qué ocurre la obstrucción?
La causa más común en bebés es una membrana persistente en el extremo del conducto nasolagrimal, llamada válvula de Hasner, que normalmente debería abrirse durante el nacimiento o poco después. Si esto no ocurre, las lágrimas no pueden drenarse correctamente y se acumulan.
Este tipo de obstrucción se presenta en hasta un 20% de los recién nacidos, según datos de la American Academy of Pediatrics (AAP), aunque muchos casos se resuelven espontáneamente durante los primeros meses de vida.

Signos y síntomas de una obstrucción nasolagrimal
Los signos más frecuentes son:
- Lagrimeo constante, incluso cuando el bebé no está llorando.
- Secreción amarilla o blanquecina, especialmente al despertar.
- Irritación leve de la piel alrededor del ojo.
- Enrojecimiento leve en el borde del párpado.
- Lagañas o costras secas al despertar.
Es importante diferenciar estos síntomas de una infección ocular como la conjuntivitis, que suele ir acompañada de enrojecimiento más intenso, hinchazón y mayor incomodidad para el bebé.
¿Cuándo consultar al oftalmólogo pediatra y cómo la tratamos?
Si el lagrimeo persiste más allá de los 3 a 4 meses de edad, si hay episodios recurrentes de secreción, o si el ojo se pone muy rojo o se inflama, es clave consultar con un oftalmólogo pediatra.
En la mayoría de los casos, el tratamiento es conservador y no invasivo:
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Masajes del conducto lagrimal (maniobra de Crigler)
Recomendados por la AAP y por sociedades de oftalmología pediátrica como la AAPOS (American Association for Pediatric Ophthalmology and Strabismus), estos masajes ayudan a abrir el conducto mediante una presión suave sobre el ángulo interno del ojo. Deben hacerse varias veces al día, siempre con manos limpias y siguiendo las indicaciones del oftalmólogo pediatra.
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Higiene Ocular:
Es común que se acumulen secreciones. La limpieza con gasa estéril y suero fisiológico es suficiente para mantener el área libre de irritación e infecciones. No se requiere ningún tipo de medicamentos, y menos aún automedicar.
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Observación:
Hasta el 90% de las obstrucciones se resuelven espontáneamente en el primer año de vida, por lo que, si no hay signos de infección o complicaciones, se recomienda simplemente observar con seguimiento regular.
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Uso de Antibióticos tópicos:
En caso de infecciones recurrentes, el médico puede indicar gotas antibióticas para controlar la flora bacteriana secundaria a la obstrucción.
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Sondaje del conducto lagrimal:
Si la obstrucción persiste más allá de los 12 meses, o si es muy severa desde el inicio, puede ser necesario un procedimiento sencillo y ambulatorio para abrir el conducto mediante una sonda. Este procedimiento tiene un alto porcentaje de éxito y es seguro cuando lo realiza un oftalmólogo pediatra experimentado.
¿Qué pasa si no se trata?
Aunque la mayoría de los casos se resuelven solos, ignorar los síntomas sin seguimiento puede llevar a:
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- Infecciones recurrentes (dacriocistitis).
- Inflamación del saco lagrimal.
- Enrojecimiento crónico o incomodidad para el niño.
Recomendaciones para Padres
- No uses gotas o colirios sin receta. Muchos productos pueden irritar más o enmascarar infecciones.
- Evita remedios caseros. El uso de leche materna u otras sustancias puede empeorar el cuadro.
- Consulta a tiempo. Un diagnóstico oportuno puede evitar procedimientos innecesarios o complicaciones.
La obstrucción de la vía lagrimal es una condición frecuente, benigna y tratable. Con un diagnóstico adecuado y seguimiento por parte de un oftalmólogo pediatra, la gran mayoría de los casos se resuelven sin complicaciones.
En CENPEIN, contamos con especialistas en oftalmología infantil que evalúan y tratan esta condición con técnicas efectivas, empáticas y seguras para tu bebé. Si notas que tu hij@ presenta lagrimeo constante o secreción ocular, ¡no dudes en consultarnos!